Saltar al contenido principal

Traslado del vagón

Cuando estuvo construido, se inició una hazaña que duró dos días. Esta tenía como fin recorrer 6 cuadras para llevar el vagón hasta el Molino Harinero Boero, que tenía un ramal ferroviario que llegaba hasta sus instalaciones.

Como el vagón había sido montado en talleres inapropiados, se presentó la dificultad que por sus dimensiones no podía transponer las puertas del galpón. Fue necesario derribar una pared, luego parte del tapial que daba a la calle para permitirle girar, seguir por M. Moreno y llegar a calle Sarmiento.

Dar vuelta en esa esquina no fue fácil, pero había más espacio y se logró.

Hacía mucho calor y el polvo del camino se levantaba con el trajinar de los obreros.

Puesto que no había un trazado de vías construido,  en las calles de tierra se iban armando con rieles y durmientes tramos de unos 14 m, se movía el vagón con barretas, se desarmaba el trecho que quedaba libre y se volvía a armar al frente del mismo, de esta manera se lo trasladó. Al llegar a la Iglesia se detuvieron porque ya había oscurecido.

Por la mañana al retomar el trabajo, se acercaron don Bautista Buriasco y el Sacerdote Guillermo Borgognoni quien bendijo el vagón. Además, en el vagón habían colocado una medalla fijada con una grampa, para darle suerte. 

Durante todo el día se lo fue trasladando, llegando al anochecer al predio donde hoy está la playa de estacionamiento del Molino.

De las improvisadas vías, el vagón debió ser colocado en el ramal fijo, de donde fue retirado por una locomotora y llevado a Gálvez por el Ferrocarril Mitre, de ahí a Rosario y luego a Buenos Aires, a la estación de Retiro. Allí se realizaron las pruebas para evaluar su calidad, la que fue totalmente aprobada por el Ministerio de Transporte.

El primer contrato fue por 2000 unidades. En ese momento nacía la empresa S.ABautista Buriasco e Hijos Ltda., iniciando la construcción de la nueva fábrica, de la que saldrían los primeros vagones con las instalaciones aún en obras, en abril de 1953.